1. Pekín


30 de mayo: llegada a Beijing.

Bueno, el día 30 de mayo llegamos a Beijing, después de un palizón de vuelos: Tenerife-Madrid-París-Pekín. Estábamos muertos y como no teníamos la cabeza bien colocada, al ver el follón de chinos al salir del aeropuerto, nos volvimos y allí mismo, contratamos un servicio de coche, para que nos llevase al hotel. Si hubiésemos estado en condiciones lo habríamos intentado por nuestros medios, pero como ya dije, estábamos fatal. Ahora sabemos que fue un medio de transporte muy caro, pero tal como llegamos, repito, hasta fue barato.

La Plaza de Tiananmen fue el primer lugar que fuimos a visitar una vez alojados:
Llegamos al Hotel Shatan. La calle Shatan (calle playa), muy bien situada, encima de la Ciudad Prohibida. No es, lo que románticamente define la "Lonely", como un hutong rebosante de humeante y olorosa comida, alboroto lugareño...Sí sí, ahí, empezamos a ver que hay mucho "flipao" que escribe en estas guías. Es un callejón de mala muerte, lleno de chiringuitos, de maloliente olor a fritango, sucio, lleno de chinos "gitaneando" y gritándote para que les compres algo. No es insegura, para nada, pero, como el servicio de recogida de basuras consiste, en que los chinos de los puestuchos de comida, tiran los cubos (sin bolsa) de sobras, directamente a la calle, y a la noche viene otro chino montado en un triciclo, con tufo a camión de basura que no veas, armado con unos guantes y bolsas de basura y lo recoge todo como puede. Si como nos pasó alguna noche, llueve, de regreso al hotel, te encuentras chapoteando por charcos llenos de fideos, arroces y tiras de verdura...
Por lo menos, el hotel estaba bien. Y aunque sólo una de las recepcionistas, al parecer la jefa, hablaba un aceptable inglés, eran muy serviciales. De hecho, esta chica nos consiguió los trenes que usaríamos días más tarde para desplazarnos a Ping Yao y a Xi´an.
Después de dormir un poco, salimos a pasear por la plaza de Tiananmen. Sitio éste, que era específicamente uno de los que queríamos ver. La plaza, impresionantemete grandiosa, como la esperábamos, enfrente justo de la Ciudad Prohibida, con su gigantesca foto de Mao.

Es posible que fuese por las fechas, pero éramos los únicos occidentales en medio de una marea de turistas chinos, lo que provocaba que todo el mundo quisiera sacarse fotos con nosotros. ¡Por un momento éramos como estrellas de cine! Lo malo de nuestros rasgos occidentales, es que nos convertían inmeditamente en presa de los vendedores de "chuminadas", que eran bastante "pejigueras", o de todo "motocarro" que pasara por nuestras inmediaciones, se daban la vuelta jugándose la vida, gritándonos y persiguiéndonos para que nos subiésemos. El gran mosqueo de esa tarde, fue, que nos metimos a comer en un restaurantucho. Y las "pekinesitas", al pasar la tarjeta, en vez de cobrarse los 135,8Y (Y eso es carísimo), pasaron como unas zorritas 1358Y !!les montamos la de dios!!! Con toda su carita, las nenas, encima, intentaron regatearnos el dinero a devolvernos. Se acabó la discusión por las malas, justo cuando me vieron ya muy mosqueado. Una, nos dio en efectivo el cambio que les exigimos...después descubriríamos algún billete falso entre medio de los de la devolución....En fín, el primer dia malas sensaciones con la gente de Pekín, que no creáis que mejoró mucho más, los días que estuvimos entre ellos.

Día 31 de mayo:Tumbas Ming y Gran Muralla de Mutianyu.
Al día siguiente, organizamos la excursión a la Gran Muralla. Íbamos en un furgoncito con una pareja de Chicago y un sueco. Estos se pusieron de pesados con la guía para ver la muralla en la zona de Mutianyu. Nosotros no pusimos objeción. Sabíamos que la parte de Badalín era la más turística y que siempre estaba llena de gente, pero lo que no esperábamos es que en la parte que vimos, estuviésemos prácticamente solos (puede que fueran las fechas).Las vistas espectaculares, pero hay que estar fuertito para poder subirla (como todo aquí en China está a tropecientos escalones de altura....).


Como de costumbre,el esfuerzo valió la pena. Después de unas horas de ascensos y descensos por el corredor de la muralla, llegamos a la torre de vigía, número 14. La última parte fue matadoramente cansina. Pero no estábamos dispuestos a irnos sin ver aquella maravillosa panorámica, o sea que, sacamos fuerzas de flaqueza y subimos hasta arriba del todo. Un éxito. Precioso.

Aquí, subiéndola y haciendo un poquito los tontos:

De las tumbas Ming, nada que contar excepto, que estuvimos en la nº 21, y salvo que seáis unos ávidos de historia, si puede ser, omítanla.
De aquí, nos fuimos al hotel y por la noche, a un espectáculo de acróbatas. Yo lo recomiendo fervientemente. Lo que vi hace unos años en el circo Mundial, de aficionados al lado de esto. Unos máquinas los tíos. Con los ruidos de admiración de los espectadores chinos, es que nos partíamos. El punto álgido, fue cuando en la esfera de la muerte, se metieron cinco motoristas juntos. Todo con el WOOOOHHH!!!! de los Chinos. En Tenerife vi meterse a tres, y se "metieron un leñazo", que mandaron a uno al hospital....
 

Día 1 de junio: Templo del cielo y Ciudad Prohibida.
 
Este día, lo dedicamos a ir por nuestra cuenta, a las dos señas de identidad de Beijing.
El Templo del Cielo, que está en un gran parque, donde los lugareños practican sus juegos, danzas, cantan con karaokes, practican escritura china...todo al aire libre, y es donde mejor buen rollo respiramos en Pekín.

Llegando al templo del cielo, nos encontramos con esta maravilla:
  
La Ciudad Prohibida. Estuvo muy bien, también. Quizás, el monumento más masificado de turistas chinos, para los que es un símbolo de su cultura y un sitio inevitable para ver. A nosotros, ese dia concreto, nos "quemó" muchísimo el ambiente super húmedo, aún así, lo disfrutamos bastante. Hay que verlo.
En la foto, podéis ver una de las múltiples salas por las que hay que pasar.
Día 2 de junio: Palacio de Verano.

Ya con un poquito más de soltura en el mega-rastrillo que es Beijing, nos agenciamos un taxi y nos fuimos en busca del "Palacio de Verano". Se ve, que los emperadores de la época no vivían muy mal que digamos.
El dia, amaneció un poco lluvioso, como la noche anterior, en la que la "tromba de agua" que cayó, fue de "padre y señor mío". Pero el dia cambió rápidamente, y pasó a un calor-húmedo insoportable, aderezado con alguna gotita de lluvia y la eterna niebla, entre polución y bruma que hay en el ambiente de casi toda China. Aún así, las vistas nada más entrar, fueron magníficas. Fue un día duro y agotador, por lo de caminar y subir escaleras, sudando por todos lados, con ese clima (nos imaginamos como será aquel horno en los meses de julio y agosto, con la cantidad de gente que va en esas fechas).
Como siempre, a pesar de todo eso, los duros esfuerzos, tenían su recompensa en forma de exquisitos panoramas. Como por ejemplo, esta vista del lago artificial Kumming, desde lo alto del palacio:


Después de un día magnífico, nos volvimos al hotel en otro taxi (ya hablaremos de cómo conducen en China) a descansar un poquito. Después de una duchita y una siestita, de nuevo a la calle en busca de la afamada calle Wuangfujing.
La verdad es que después de ver tanta "changanada" por todo Pekín, nos impactó esa calle. Repleta de gigantescos edificios, con enormes pantallas en sus fachadas y hasta la bandera de gente haciendo "shooping". Unas calles más arriba, divisamos el mercadillo nocturno, donde venden comida exótica, de la de ellos. Decidimos volver después de pasear la calle, para comer alguna bobería de estas:


Ya, al día siguiente, el día 3, nuestro cuarto día y último en Beijing, en el que salimos en tren nocturno hacia la antigua cuidad de Ping Yao, nos dedicamos a darle un repasito y grabar en nuestra memoria los sitios de interés de la ciudad. Que también hay que decirlo, si te sales de las cuatro cosas principales (que son monumentales), el resto es un interminable "rastrillo" de chinos, vendiendo sus "chucherías".

Volvimos a pasear por la Plaza de Tiananmen y fuimos para ver la calle Wuanfujing de día. Allí, almorzamos en un restaurante, en el que el plato más apetitoso de la carta (en la foto, claro) era a base de carne de perro...y donde aprendimos que el "poco picante" para ellos, es "puro fuego" para nuestro paladar.  

Entrando al Palacio de Verano:

Nuestra opinión general de Pekín, después de haber visto el resto del país, es que no fue la cuidad que más nos gustó. Eso sí, las cuatro cosas que tiene para ver, son impresionates. La Gran Muralla, la Ciudad Prohibida (junto con la plaza de Tiananmen), el parque del Templo del Cielo y el Palacio de Verano, son citas ineludibles para el viajero.

A las seis y pico de la tarde, nos fuimos en taxi, a la locura de estación de trenes de Beijing. Como anécdota, decir, que tuve que darle un "berrido" al conductor, porque se iba durmiendo...el muy cabrito, con el tráfico que había y el tío tan relajado....

En la siguiente página, continuamos el viaje hacia Xi´an, pasando por Ping Yao.